La mujer
27/sept/08
La mujer llegó.
Bajó de más allá del monte Gürubello.
Más allá de los acantilados del faro de El Combate.
Más allá de las selvas misteriosas de tus ojos.
Llegó y se metió en los oscuros laberintos de mi vida.
Y se olvidó del mundo subterráneo del que vino.
Y se olvidó de los cuentos sin sentido de su madre.
Y se olvidó de ser ella, de reconstruirse en linderos de inocencia.
Su misterio caló hondo y se extendió por la sabana arenal de mi familia.
Se extendió más allá de las cordilleras y del Yunque.
Más allá de las costas y las dunas de sal de mi gran Isla.
Mas allá de la tierra conocida por los míos y los tuyos.
Su oscura sed se metió por las rendijas de la casa artesanal de mis ancestros.
Y bebió la sangre de mis hijos y de tus hijos, de mis padres y de los tuyos.
Y comió de la carne de los ritos y las bestias de este mundo.
La mujer creció en su cinto.
Su mitad habitada descargó la locura.
Brincó los años de esperanza en los anales de la historia.
Forjó la inmadurez y la inocencia de los pobres en la escala de la vida.
Convirtió pedazos de ternura en laberintos de tortura angelical.
Y fue cambiando las bebidas infantiles de natura.
Y fue buscando la verdad en los libros arrugados por la culpa.
Y encontró la sonrisa, la mueca que miente ante la siniestra falsedad de los proscritos.
Encontró su culpa y la tuya y la mía y la del río y la de la tierra y la de la vida.
La mujer se fue.
Dejando un halo de locura en las sombras multicolores del ambiente.
Dejando la blancura de sus dientes en la mezcolanza sin sentido de mi especie.
Y dejó a su paso la agonía de la falta.
La ausencia del misterio, el dolor de ser y no ser, todo en uno.
Y la nada se extendió por el cielo virgen de mi vida… y de la tuya.
Y reencarnamos en suspiros doblegados por la falta de la ingrata.
Y vivimos la corrida tenebrosa de su hálito en plena alborada.
Y su germen arropó la tierra, escondiendo el amor y borrando la esperanza.
Y en el fin de los tiempos su semilla sedujo las tinieblas
y con la cuchilla ensangrentada de locura mató la vida
y la nada reinó en la tierra.
Ser mujer y desnudarse ante el mundo a través de la palabra, no es fácil. Mas, aquí está el siglo XXI, desbaratando y enterrando ritos y mitos. La llaga a ratos sangra, a ratos sana. El antibiótico de la esencia femenina trabaja. Esperemos la cura total de la humanidad.
miércoles, 1 de octubre de 2008
La mujer
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