lunes, 22 de julio de 2013

A mi madre (cuento)

Dedicado a mi madre que padece de Azheimer

No quiero olvidar viviendo
Ternuras sobre mi piel
Caricias tenues, tibios otoños
Perfumes de un dulce ayer.
No quiero olvidar al mundo
Y recordar solo nostalgias
Empecinada en momentos
Que viven de la ignorancia.
No quiero olvidar amores
Que marcaron mi existencia
Ni ser la aurora perdida
En los campos de la inocencia.
No quiero olvidar mi sino
Venciendo nobles designios
Arrullada por demonios
Que congelan sin aviso.
No quiero vencer la gloria
De la sabiduría dolida.
Volcando en recuerdos locos
Una realidad perdida.
Quiero morir con la brisa
Acariciando mi cara
Y mis recuerdos intactos
Lloviznando madrugadas.

           Es un día del mes de febrero. Una mujer de aproximadamente sesenta y cinco años se encuentra lánguidamente acostada. Al rato llega otra mujer vestida de azul, en iguales circunstancias. __ La verdad es que cada día me resulta más incomprensible la reacción de Juan ante los problemas - dice la primera.
 __ Yo ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que vi a ese hombre – contesta la segunda.
 __ Nada… nada… él trata de resolver todos sus problemas peleando y gritando. Se lo he dicho: deja de pelear, hombre de Dios. Pero cada vez es peor.
 __ Tienes toda la razón. Cada día es peor – contesta la de azul. Los hijos no entienden a una.
 __Sí, es verdad, pero ¿Qué le vamos a hacer? Así es ese marido mío.
 __ Una vive pensando siempre en los demás antes que en uno. Y eso no debe ser así. Primero es uno. __ Un día se va a levantar y yo no voy a estar allí. Se lo he dicho, deja las peleas, recógete ya. Y lo peor es que ahora le ha dado por beber. ¡Me tiene loca!
 __ Pero ellos no comprenden y yo estoy cansada de tanto tratar de cambiarlos. Somos demasiado tontas las mujeres.
 __ Tú sabes bien que todo lo que le digo es por su bien. Pero mija, no hace caso. Lo que le digo le entra por un oído y le sale por el otro.
 __ Si, amiga. Hay que dejarlos ser. Que hagan lo que les dé la gana. Ya no me importa. Me han dicho que el mundo se va a acabar. Pues que se acabe. ¡A mí que me importa!
 __ ¡Me estás gritando! A mí no me gustan los gritos.
 __ Tú eres la que estás gritando. Eres una inconsciente.
 __ Tú eres siempre la misma. Mi hija de cinco años se comporta mejor que tú, Sofía.
__ ¿Sofía? ¿Quién es Sofía?
 __ Mira. Déjate de parejerías. Resuelve tus problemas con Efrén y déjame en paz, so puerca.
 __ ¿Puerca? ¿Puerca yo? ¡Mira quien habla! Tú que te acuestas con todo el mundo.
 ___ ¿Yo? ¡Pero mira que atrevida! Me voy a parar de esta cama y ya verás lo que te va a pasar. ¡Vas a ver!! Un hombre vestido de blanco se acercó a ambas mujeres.
 ___ Disculpen señoras, ¿Les ocurre algo?
___ Esta mujer que me está insultando – dice la dama de azul.
 ___ Tú eres la que me está insultando. Ya verás.
 ___ ¿Ustedes se conocen? – pregunta el hombre. Ambas mujeres se miraron y no contestan. Una joven se acercó al hombre y le dijo.
 ___ Disculpe joven. Ella es mi abuelita – señalando a la segunda señora – y tiene Alzheimer y por lo que veo la otra señora también. Ni siquiera se conocen. Pero han mantenido una conversación que sólo ellas la entienden. Y, han terminado peleando. Es por esa enfermedad.
 El enfermero se rascó la cabeza y se despidió, pensando en el dolor que causa esa odiosa enfermedad.

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Mis nietos Ratoncitos preciosos de la mano de Dios. Mis ninitos queridos querubines de Dios. Mis razones de vida mi legado de Dios.