Extasis pasional
2 lugar Certamen I.C.P.R. - 2001
7/jul./ 00
Caminaba lentamente. Sin ganas. Como si algo mucho más fuerte que su deseo de desplazarse lo mantuviera aferrado al piso. Llegar, no sabía a dónde. Seguía su andar como borracho, como un ser sin voluntad para elegir sus pasos, aferrado a un recuerdo que lo torturaba. Ella…ella… Pero en realidad, ¿quién era ella? ¿Cómo logró entrar en su vida? Sonrió.
Ella estaba allí de nuevo. Veía sus hermosos ojos verdes posados sobre él. La deseaba…la deseaba como lo hacía siempre que la veía acercársele, desde aquella noche de viernes social en que la descubrió tras unas flores inmensas en la sala de estar del hotel. Se encontraba sentada, charlando con un grupo de amigas y bebiendo. Aquellos ojos verdes lo invitaron a acercársele, a convidarla a una copa, a bailar. Aquella boca de ensueño lo incitó a besarla. Aquellas formas turgentes lo invitaron a poseerlas.
Después, encuentros fortuitos en moteles de Caguas. Besos ardientes, encuentros placenteros que después dejaban en él sentimientos de culpa. Pero ella era la más peligrosa droga que él jamás hubiese probado. Trató de alejarse de ella, de sus encuentros amatorios, pero todo lo que planeaba le resultaba mal. Siempre que estaba a su lado perdía la voluntad, se dejaba llevar.
Se encontraron esa tarde después de su salida del trabajo. Horas extras diría. La vio y verla fue desearla. Ella se acercó, lo besó y se sentó a su lado. Fueron todo el camino al motel en silencio. Al llegar se acostó, esperando que ella, como siempre, lo desvistiera. Así lo hizo y él quedó allí, desnudo, inerte, a disposición por completo de sus caprichos de niña mimada. Se dejó hacer…como siempre. Cerró los ojos y sólo sintió. Todos sus sentidos estaban alerta y funcionando. La lengua, la boca, los besos de esa mujer lo trastornaban. Sintió como chupaba y lo transportaba a un mundo de sensaciones, de placer absoluto. Nunca antes había sentido una satisfacción tan plena como con esa mujer. Ni su esposa, ni ninguna de sus amantes anteriores, había logrado transportarlo al mundo de sensaciones y placeres que esta mujer lograba llevarlo. Lo manoseaba, lo chupaba, lo envolvía en tal forma, que a pesar de todo lo que había luchado por dejarla, no había podido hacerlo.
Esa tarde la había llamado. Necesitaba apartarse de ella. Su esposa sospechaba. Pensó que sería la última vez…que después de esto se despedirían para siempre. Pero ahora, todo lo que sentía en ese instante…no sabía si podía prescindir de ello… no sabía. La explosión llegó y como siempre, al abrir los ojos, la vio, mirándolo con picardía, con esos ojos pícaros y malvados y con su deliciosa boca llena de él. La vio buscarlo de nuevo. A veces lo hacía, lo secaba tragando como golosa. Sintió luego su lengua, su boca; cerró los ojos y sintió su boca tibia, deliciosa, su lengua activa, la succión placentera… sintió... con horror, con desesperación, los dientes de su amante aferrados a su miembro. Un grito hondo, profundo, desgarrador, salió de su garganta. Levantó la vista y vio de nuevo la deliciosa boca llena de él…de su sangre y de su hombría.
Siguió caminando. Las estrellas lo miraban burlonas. Él, que había conocido la gloria, él, que lo tenía todo…él, que había sido tan feliz. . .
Tambaleaba... tropezaba... sus pasos se hicieron más lentos… más y más lentos… hasta caer desvanecido en mitad de la calle.
Ser mujer y desnudarse ante el mundo a través de la palabra, no es fácil. Mas, aquí está el siglo XXI, desbaratando y enterrando ritos y mitos. La llaga a ratos sangra, a ratos sana. El antibiótico de la esencia femenina trabaja. Esperemos la cura total de la humanidad.
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