jueves, 4 de enero de 2007

Grisú: Relato Erótico (Tercer Premio ICPR Junior College, 2004)

Grisú
jun. /01


Sólo dos pasos me separan de él. Sólo dos pasos que me parecen siglos. ¡Si me atreviera! Si sólo me atreviera. Un paso más y luego otro. Sólo dos pasos. Eternos dos pasos. Ilusos dos pasos…
Volví la vista. Alcé mi copa y bebí. Los recuerdos volvieron a mi mente como un torbellino sin principio ni fin. Dolía el recuerdo. Todo sucedió una noche igual a ésta y en este mismo lugar. El apareció misteriosamente, de la nada y me ofreció una copa. Conversamos largamente, como amigos que se conocen desde hace tiempo. Me contó aspectos de su vida. Era casado, tenía dos hijos y trabajaba en una agencia de publicidad.
El hablaba y yo bebía y bebía. Ese hombre me embrujaba hasta el punto de sólo desear que siguiera hablando. Todo daba vueltas en mi cabeza. Al ver que no podía guiar se ofreció a llevarme a mi casa. Acepté.
Llegamos a mi apartamento, abrió la cerradura y me ayudó a llegar a la cama. Sentí como sus manos me quitaban la ropa. Después sus manos calientes y varoniles caminaron por todo mi cuerpo desnudo. Cerré los ojos y como si soñara me dejé hacer. Sus manos empezaron en mi pelo y siguieron acariciando mi cara. Unos dedos fuertes entraban y salían de mis oídos. Una lengua suave y húmeda entraba en mi boca, para luego, desde allí recorrer mi cuerpo…mi pecho…mi sexo. Creí morir al sentir aquella lengua, aquella boca succionando. Nunca había experimentado sensaciones tan intensas. Luego, fuertemente, me volvió de espaldas y sentí esa lengua húmeda penetrarme. Fue sólo unos instantes, pues al momento sentí como su sexo se hundía en mis profundidades. Sensaciones prohibidas, jamás experimentadas, pero excitantes, inolvidables.
Cuando me levanté ya no estaba. Sólo quedó su silueta marcada en mi cama, su olor a hombre, en todo mi lecho, su calor varonil en mi cuerpo y sus caricias en mi alma. Lo deseé nuevamente. La vergüenza cubrió mi rostro.
Pasó todo un mes sin que me atreviera a volver a aquel bar. Pero, esta noche, he vuelto... estoy de nuevo aquí. Y él... allí. Y, sólo dos pasos me separan de él. Dos pasos de ilusión, de deseo, de amor. Dos pasos para enfrentarme a mi verdad, a la verdad escondida por 27 años. Dos pasos para dejar de ser y ser, para el cambio total, la metamorfosis, la explosión final. Dos pasos para la afirmación de una realidad: soy homosexual.
Voy a él…

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Mis nietos Ratoncitos preciosos de la mano de Dios. Mis ninitos queridos querubines de Dios. Mis razones de vida mi legado de Dios.